wang ningde, el fotógrafo del silencio




Some Days - 38


La serie Some Days del fotógrafo Wang Ningde (1972) es parte de la obra más emblemática de la escena de la fotografía contemporánea china de la última década. El trabajo, cuyas imágenes parecen fotogramas sacados de una fantasía “noir” hablan de recuerdos de infancia, del miedo, y la ensoñación tocada por una soledad melancólica.
                                                                                                        Extraido de  La Monomagazine.com
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Entrevista a Ramón Andrés




Entrevista a Ramón Andrés, autor del libro "No sufrir compañía. Escritos místicos sobre el silencio. (Siglos XVI y XVII)"

(Extraida de la página de "Editorial Acantilado")  Ver aquí

NO SUFRIR COMPAÑÍA. Escritos místicos sobre el silencio (Siglos XVI Y XVII)



"Hay un silencio que procede del desacuerdo con el mundo, y otro silencio que es el mundo mismo. Tomados en su significado más hondo, ambos constituyen una forma de audición, un fijar el oído a la consciencia para discernir qué nos escinde de cuanto nos rodea, qué nos separa de lo que somos. Este frágil sentido de la unidad, paradójicamente, es el que conforma al individuo, in-dividuus, «indivisible», temeroso ante el hecho de convertirse en cómplice de su propia disolución: el silencio, la no presencia de lenguaje, deja la identidad en vilo. Sin embargo, estar callado, y que las cosas callen, facilita escuchar lo que entendemos por origen, principio, momento anterior al primer giro de la Tierra que nos implicó en el devenir. 
Podría pensarse que el silentium es la lógica de la nada, su correspondiente, pero resulta, bien al contrario, un atento «escuchar» en todas direcciones, advertir, lo más desnudamente posible, la voz en la que se ha vaciado cuanto existe. No puede concebirse como una oposición de la palabra ni como una pausa o interrupción del habla, ni tan siquiera como el reverso del ruido ni tomarse como un concepto sinónimo de estaticidad. Es, antes que otra cosa, un estado mental, un mirador que permite captar toda la amplitud de nuestro límite y, sin embargo, no padecerlo como línea última. Estar sosegado en lo limitado es tarea del silencio. No viene a transformar ni a desplazar la realidad, sino a sembrar vacíos en ella, aberturas, espacios en los que cifrar lo que por definición es intangible y que, pese a todo, nos alberga. La máxima confuciana de poseer «la identificación silenciosa de las cosas» es esencial y exacta para comprender qué son el silencio y su escucha. (...)"

                                                                                                                                                     Ramón Andrés 
                           "NO SUFRIR COMPAÑÍA. Escritos místicos sobre el silencio (Siglos XVI Y XVII)" Ed. Acantilado
                                                                                                                                   

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Los silencios de Emily Dickinson


Temo a la persona de pocas palabras.
Temo a la persona silenciosa.
Al sermoneador, lo puedo aguantar;
al charlatán, lo puedo entretener.
Pero con quien cavila 
mientras el resto no deja de parlotear,
con esta persona soy cautelosa.
Temo que sea una gran persona.

                                                       Emily Dickinson



Nórdica ha publicado "El viento comenzó a mecer la hierba", encantadora selección de veintisiete poemas, sensiblemente ilustrados por Kike de la Rubia, de la extraña y delicada poetisa norteamericana Emily Dickinson (1830-1886).
La poesía de Dickinson es sencilla y clara, pero fueron misteriosos su enclaustramiento en la casa paterna, sus escasas relaciones con el exterior, sus pocas amistades personales, su voluntad de anonimato, su entrega al estudio, la reflexión y la escritura.
Dickinson escribió un millar largo de poemas, hoy considerados de una vigencia extraordinaria, y apenas publicó en vida media docena, pues se negaba a la imprenta. La naturaleza, el espíritu, el amor y la muerte fueron sus temas más recurrentes.

Extraido del blog, "Tengo una cita", de Manuel Hidalgo.  Clicar aqui


Vilhelm Hammershøi

"La poesía del silencio"


'Joven mujer vista desde atrás', (1903-04)



En muchos de los cuadros de interiores de Vilhelm Hammershøi (1864-1916) aparece una mujer, vestida de negro y casi siempre de espaldas, mostrándonos sólo la claridad de su nuca. Es la mujer del artista, y en una de las pocas veces en que la vemos de frente, en un cuadro temprano, está como absorta mientras es el propio pintor el que nos da la espalda sin que parezca establecerse comunicación alguna entre ambos.
Ya retrate el interior de su apartamento en el barrio de Christianshavn o paisajes urbanos de la ciudad donde vivió hasta su muerte o de las extranjeras que visitó, como Londres, París o Roma, Hammershøi parece efectivamente pintar siempre el silencio.
Como un Vermeer puritano que hubiese traducido la rica paleta del holandés a tonos grisáceos, el artista danés pinta una y otra vez puertas cerradas o abiertas a largos pasillos, o ventanas cuadriculadas por las que se filtra la luz del sol.
En la pintura de género, las ventanas funcionan muchas veces como una especie de nexo entre el espacio interior y exterior, pero en los interiores de Hammershøi por el contrario las ventanas no parecen dar a ninguna parte: tal es su nivel de abstracción.





  1. "Rayos de sol" 
    (Motas de polvo bailando en los rayos de sol) 1900


El camino del silencio





Charla impartida por Celso Navarro en el Zazenkai del 18 de Junio de 2011 en El Bosque

Extraido de la página de "Espíritu y Zen"  Clicar aqui


El silencio: núcleo ético de la comunicación


Es grande la desigualdad entre la acumulación de literatura narrativa y poesía que tiene al silencio como protagonista y la producida para reflexionar directamente sobre tal asunto; menos aún para abordarlo como objeto de una disciplina dentro de las Ciencia Sociales. Es como si el silencio fuera de materia refractaria ala reflexión, y sin embargo, más dado ala expresión directa. Tal vez, hablar del silencio nos parece una tarea contradictoria en sus propios términos, quizás inabarcable por la enorme apertura interpretativa que convoca. Nos enseñan u enseñamos a conducirnos con palabras, a interpretar palabras. Ante el silencio experimentamos una angustia que ha dado una hermosa lírica, puede ser que la poesía más profunda, nacida de la íntima manifestación mística, pero apenas alcanzamos a convivir con el silencio, nos abate. Las sociedades desarrolladas  y, en especial, bajo su consideración como sociedades de la información, dudan en ubicar el silencio entre la información o el ruido. 
Puede considerarse el silencio un elemento prácticamente excluido de nuestra sociedad, es apenas aguantado en las comunicaciones cara a cara. Entonces, se convierte en un síntoma o en una sospecha. Pocos han sido los autores que dominan su gestión en la comunicación mediada en la radio, en la televisión, en el cine. Es más, en algunos de estos medios, principalmente en el primero, el silencio surge como un enemigo. Sólo se admite el silencio como condena o instrumento de protesta, frente a la muerte. Nada más que situaciones excepcionales recuperan instrumentalmente el carácter instrumental del silencio.
El rechazo del silencio se convierte así en el síntoma de una sociedad. Pero, también nos impide su gestión la convivencia con él. ¿Para qué convivir con el silencio? ¿cuál es el lugar posible del silencio en las sociedades desarrolladas y su presencia en algunos campos? (...)

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"Comunicar", nº 20. Revista Científica de Comunicación y Educación
Javier Callejo, profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la UNED en Madrid


"Silencio desde la mente. Prácticas de meditación"


La enseñanza fundamental de todos los maestros del silenciamiento desde la mente .

Quien silencia la necesidad, calla al constructor.
Por consiguiente quien silencia al deseo, el vocero de la necesidad,
calla al constructor.
Callar al constructor es silenciar el mundo.
Silenciar el mundo es silenciar la dualidad.
Silenciar la dualidad permite acceder a “eso no-dual” que todo es.


Cómo proceder para silenciar la construcción y acceder a “eso no-dual”.
Todas nuestras facultades funcionan regidas por la necesidad. Por tanto,
su funcionamiento es dual, (yo/mundo) y egocentrado; parten del supuesto de
que yo estoy aquí, y ahí el entorno, el medio. Salen de casa para volver cargados
con una presa con la que satisfacer la necesidad. Así actúan nuestros sentidos,
nuestra sensibilidad en general, nuestra mente y nuestra acción.

Dicen los maestros que basta con desarticular la manera de proceder de una de
estas facultades para hundir el conjunto de la construcción.
Si no busco nada para mí en la acción, si actúo sólo y exclusivamente a favor
de otros, si salgo a actuar y no vuelvo cargado sino con las manos vacías, silencio
el deseo y silenciando el deseo cambio la percepción, la comprensión.

Si salgo a percibir y sentir las cosas en su mismo ser, porque están ahí, sin
buscar en ello mi satisfacción, silencio el deseo, silenciando el deseo, callo la
acción y muto la comprensión.

Si salgo con mi mente no a conocer lo que hay para actuar más convenientemente
y sobrevivir mejor, sino para saber lo que hay, sin buscar provecho en
ello, silencio el sentir y silenciando el sentir callo la percepción y callo la acción.
Desde cualquiera de esas facultades se desarticula el conjunto (...).

                                                                                                                                Marià Corbí

Para descargar el pdf gratuito del libro, o adquirirlo, clicar aqui


Quien quiera la verdad, la felicidad, la paz e incluso la eficacia en sus actuaciones debe alejarse de la comprensión y del sentir de la realidad que genera la necesidad y el deseo para entrar en el silencio de mente y corazón. El Buda dice que el mundo que construye el deseo es un mundo de inquietud y de dolor.
«Ninguna de las construcciones que nuestra especie ha hecho del mundo y de nosotros mismos, es lo que hay»; como ninguna de las construcciones que hacen de él nuestros parientes animales, es lo que es. Esta condición de tener que modelar la inmensidad de lo que es a la medida de las pequeñas necesidades de un viviente es común a todos los seres que viven del medio que les rodea .
El mundo de nuestras construcciones incluida su intrínseca dualidad, no está ahí fuera, está en nuestra mente individual y colectiva. La inmensidad de lo que hay no es a nuestra pequeña medida. Dicen los sabios que lo que la mente construye, con la mente se puede deconstruir. Esto es lo que se ha llamado “silenciamiento de la mente desde la mente”. Los maestros hindúes lo llamaron yoga del conocimiento. De una forma u otra se ha practicado en todas las tradiciones religiosas y espirituales a lo largo de la historia de la humanidad.
Quien silencia la mente, silencia el sentir porque el sentir sigue siempre lo que la mente da por real. La nueva comprensión de lo real que el yoga del conocimiento proporciona transforma de raíz nuestro sentir y nuestra acción.
Este libro recoge los ejercicios de silenciamento de la mente desde la mente que el autor ha propuesto semanalmente en CETR (Centro de Estudio de las Tradiciones de Sabiduría de Barcelona) a lo largo de siete cursos académicos.


"Treixième poésie verticale"


Hoy no he hecho nada.
Pero muchas cosas se hicieron en mí.

Pájaros que no existen
encontraron su nido.
Sombras que tal vez existan
hallaron sus cuerpos.
Palabras que existen
recobraron su silencio.

No hacer nada
salva a veces el equilibrio del mundo,
al lograr que tmbién algo pese
en el platillo vació de la balanza.

                                                        R. Juarroz, 1993





"El gran silencio"




"Die Große Stille (Die Grosse Stille)"  2005
DIRECTOR:  Philip Gröning




El Gran Silencio onlineEn 1984 el director alemán Phillip Gröning pidió permiso a la Orden de los Cartujos para rodar una película en el interior de uno de sus monasterios. Le dijeron que era demasiado pronto. Quizás más adelante. Dieciséis años después recibió una llamada. Había llegado la hora...

Los preparativos llevaron dos años, el rodaje uno y la postproducción dos más. Han transcurrido, por tanto, veintiún años hasta su completa finalización. El Gran Silencio muestra por primera vez el día a día dentro del "Grande Chartreuse", el monasterio de referencia en los Alpes franceses de la legendaria Orden de los Cartujos.

Presentada en el Festival de Venecia y premiada en el Festival de Sundance (Gran Premio del Jurado) y en los Premios del Cine Alemán (Mejor Documental), el film ha sido un gran acontecimiento cultural en Alemania, Italia y Austria, donde ha obtenido gran éxito entre público y crítica. Una película austera, cercana a la meditación, al silencio, a la vida en estado puro. Sin música excepto los cantos de los monjes, sin entrevistas, sin comentarios, sin material adicional. Ciento sesenta minutos de cine en silencio... (FILMAFFINITY)



De silencio


Es tan vasto el silencio de la noche en la montaña. Y tan despoblado. En vano uno intenta trabajar para no oírlo, pensar rápidamente para disimularlo. O inventar un pro­grama, frágil punto que mal nos une al súbitamente im­probable día de mañana. Cómo superar esa paz que nos acecha. Silencio tan grande que la desesperación tiene vergüenza. Montañas tan altas que la desesperación tie­ne vergüenza. Los oídos se afilan, la cabeza se inclina, el cuerpo todo escucha: ningún rumor. Ningún gallo. Cómo estar al alcance de esa profunda meditación del silencio. De ese silencio sin memoria de palabras. Si es muerte, cómo alcanzarla.
Es un silencio que no duerme: es insomne; inmóvil, pero insomne; y sin fantasmas. Es terrible: sin ningún fantasma. Inútil querer probarlo con la posibilidad de una puerta que se abra crujiendo, de una cortina que se abra y diga algo. Está vacío y sin promesas. Si por lo menos se escuchara al viento. El viento es ira, la ira es vida. O nieve. La nieve es muda pero deja rastro, lo emblanque­ce todo, los niños ríen, los pasos resuenan y dejan hue­lla. Hay una continuidad que es la vida. Pero este silen­cio no deja señales. No se puede hablar del silencio como se habla de la nieve. No se puede decir a nadie como se diría de la nieve: ¿oíste el silencio de esta noche? El que lo escuchó, no lo dice.


La noche desciende con las pequeñas alegrías de quien enciende lámparas, con el cansancio que tanto justifica el día. Los niños de Berna se duermen, se cierran las úl­timas puertas. Las calles brillan en las piedras del suelo y brillan ya vacías. Y al final se apagan las luces más dis­tantes.


Pero este primer silencio todavía no es el silencio. Que espere, pues las hojas de los árboles todavía se acomo­darán mejor, algún paso tardío tal vez se oiga con espe­ranza por las escaleras.


Pero hay un momento en que del cuerpo descansado se eleva el espíritu atento, y de la tierra, la luna alta. En­tonces él, el silencio, aparece.


El corazón late al reconocerlo.


Se puede pensar rápidamente en el día que pasó. O en los amigos que pasaron y para siempre se perdieron. Pero es inútil huir: el silencio está ahí. Aun el sufrimiento peor, el de la amistad perdida, es sólo fuga. Pues si al princi­pio el silencio parece aguardar una respuesta —cómo ar­demos por ser llamados a responder—, pronto se descu­bre que de ti nada exige, quizás tan sólo tu silencio. Cuántas horas se pierden en la oscuridad suponiendo que el silencio te juzga, como esperamos en vano ser juzga­dos por Dios. Surgen las justificaciones, trágicas justifi­caciones forzadas, humildes disculpas hasta la indigni­dad. Tan suave es para el ser humano mostrar al fin su indignidad y ser perdonado con la justificación de que es un ser humano humillado de nacimiento.


Hasta que se descubre que él ni siquiera quiere su in­dignidad. Él es el silencio.


Puede intentar engañársele, también. Se deja caer como por casualidad el libro de cabecera en el suelo. Pero, ho­rror, el libro cae dentro del silencio y se pierde en la muda y quieta vorágine de éste. ¿Y si un pájaro enloquecido cantara? Esperanza inútil. El canto apenas atravesaría como una leve flauta el silencio.


Entonces, si se tiene valor, no se lucha más. Se entra en él, se va con él, nosotros los únicos fantasmas de una noche en Berna. Que entre. Que no espere el resto de la oscuridad delante de él, sólo él mismo. Será como si es­tuviéramos en un navío tan descomunalmente grande que ignoráramos estar en un navío. Y éste navegara tan lar­gamente que ignoráramos que nos estamos moviendo. Más de eso, nadie puede. Vivir en la orla de la muerte y de las estrellas es una vibración más tensa de lo que las venas pueden soportar. No hay, siquiera, un hijo de astro y de mujer como intermediario piadoso. El cora­zón tiene que presentarse frente a la nada sólito y sólito latir alto en las tinieblas. Sólo se escucha en los oídos el propio corazón. Cuando éste se presenta completamen­te desnudo, no es comunicación, es sumisión. Además, nosotros no fuimos hechos sino para el pequeño silencio.


Si no se tiene valor, que no se entre. Que se espere el resto de la oscuridad frente al silencio, sólo los pies mo­jados por la espuma de algo que se expande dentro de nosotros. Que se espere. Un insoluble por otro. Uno al lado del otro, dos cosas que no se ven en la oscuridad. Que se espere. No el fin del silencio, sino la ayuda ben­dita de un tercer elemento, la luz de la aurora.


Después, nunca más se olvida. Es inútil intentar huir a otra ciudad. Porque cuando menos se lo espera, se puede reconocerlo de repente. Al atravesar la calle en medio de las bocinas de los autos. Entre una carcajada fantasma­górica y otra. Después de una palabra dicha. A veces, en el mismo corazón de la palabra. Los oídos se asom­bran, la mirada se desvanece: helo ahí. Y desde enton­ces, él es fantasma.



Clarice Lispector (Brasil, 1920-1977)
De Silencio
Traducción: Cristina Peri Rossi

"Frecuentemente, en nuestra vida tenemos demasiados ruidos dentro y fuera; el silencio cultivado y acogido puede ser una gran palabra, un elocuente mensaje liberador que nos permitirá experimentar la soledad como fecunda y bendita."

                                                                                                                      José Antonio García Monge

Soledades



Ellos tienen razón
esa felicidad
al menos con mayúscula
no existe
ah pero si existiera con minúscula
sería semejante a nuestra breve
presoledad
después de la alegría viene la soledad
después de la plenitud viene la soledad
después del amor viene la soledad
ya sé que es una pobre deformación
pero lo cierto es que en ese durable minuto
uno se siente
solo en el mundo
sin asideros
sin pretextos
sin abrazos
sin rencores
sin las cosas que unen o separan
y en esa sola manera de estar solo
ni siquiera uno se apiada de uno mismo
los datos objetivos son como sigue
hay diez centímetros de silencio
entre tus manos y mis manos
una frontera de palabras no dichas
entre tus labios y mis labios
y algo que brilla así de triste
entre tus ojos y mis ojos
claro que la soledad no viene sola
si se mira por sobre el hombro mustio
de nuestras soledades
se verá un largo y compacto imposible
un sencillo respeto por terceros o cuartos
ese percance de ser buena gente
después de la alegría
después de la plenitud
después del amor
viene la soledad
conforme
pero
qué vendrá después
de la soledad
a veces no me siento
tan solo
si imagino
mejor dicho si sé
que más allá de mi soledad
y de la tuya
otra vez estás vos
aunque sea preguntándote a solas
qué vendrá después
de la soledad.

Mario Benedetti

El silenciamiento y el desapego






Charla dentro del retiro de zen y de contemplación habido en Madrid del día 19 al dia 23 de Septiembre del 2 012. 
Centra la tarea del retiro en el trabajo de silenciamiento egoico y del desapego, como tareas de renovación del ser humano.

Celso Navarro es el Presidente de la Fundación "Caminos de Sabiduria Oriente-Occidente"       

Extraido de la página de "Espíritu y Zen". Clicar aqui          

       

"No me preocupa, el grito de los violentos, de los corruptos, de los deshonestos, de los sin ética...
Lo que más me preocupa es el silencio de los buenos"

                                                                                                                                     Martin Luther King

Enric Adrian








Fotografía de Enric Adrian Gener
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Como ayudar a conseguir un minuto de silencio a través de la meditación






EL SILENCIO QUE CONDUCE A DIOS



¿Qué es el silencio?

En Oriente, un gran rey fue a visitar a su maestro y le dijo: 
"Soy un hombre muy ocupado, ¿podría decirme cómo puedo llegar a unirme con Dios? ¡Respóndame en una sola frase!"
Y el maestro le dijo: "¡Le daré la respuesta en una sola palabra!"
"¿Qué palabra es esa?", preguntó el rey. 
Dijo el maestro: ¡Silencio!"
"¿Y cuándo podré alcanzar el silencio?", dijo el rey. 
"Meditación", dijo el maestro. La meditación en Oriente significa no pensar, estar más allá del pensamiento.
Entonces dijo el rey: "¿ Qué es la meditación?" 
El maestro respondió: ¡Silencio!"
"¿Cómo lo vaya descubrir?", preguntó el rey.
 "Silencio", respondió el maestro.
"¿Cómo voy a descubrir el silencio?"
"¡Meditación!"
"¿Y qué es la meditación?"
"¡Silencio!"

Silencio significa ir más allá de las palabras y de los pensamientos. ¿Qué hay de erróneo en las palabras y en los pensamientos? Que son limitados.
Dios no es como decimos que es; nada de lo que imaginamos o pensamos. Eso es lo que tienen de erróneo las palabras y los pensamientos.La mayoría de las personas permanecen presas en las imágenes que han hecho de Dios. Éste es el mayor obstáculo para llegar a Él. 
¿Le gustaría experimentar el silencio del que hablo?El primer paso es comprender. ¿Comprender qué? Entender que Dios no tiene nada que ver con la idea que tenía de Él.


                                                                                Anthony de Mello


"Las palabras calladas"


"La penumbra me invitaba al silencio. De pronto, como siempre que entraba en el silencio, mi ser interior se ensanchó y se abrió como un abismo en mis entrañas. Sentía que poco a poco las cosas de fuera se habían desdibujado, y mi alma se perdía inundada, arrasada en un mar de luz. Era la luz conocida de mis meditaciones en la que cada día me adentraba, sabiéndome ser en el Ser, plenitud de lo que permanece, hondura de la conciencia sin límite, gota del Mar, grano de su Arena, nota de su Música. Pero aquel día fue distinto. Caí en una profundidad insospechada que no sabría definir. Sentí en los ríos de mis venas una inundación. Algo nuevo, muy especial, estaba ocurriendo dentro de mí."
                                                                                                                                            Pedro M. Lamet 

APUNTE SOBRE MARK ROTHKO










“LA TELA NOS HA HABLADO”


(...)La obra de Rothko rebasa el concepto de estética y se abre a una modalidad de experiencia que bien podríamos interpretar desde lugares en principio tan distantes al arte como la mística o la religiosidad.
La cercanía de la obra de Rothko con la mística se pone de manifiesto básicamente en las grandes similitudes existentes entre algunos de los aspectos fundamentales de ambos intentos.
Así, podemos observar que los lienzos de Rothko se ofrecen serenamente en una expresión colorista que busca la conexión directa con el contemplador. La obra huye de toda mediación verbal para sumirnos en un mar de silencio donde la pintura cobra vida desde la recepción respetuosa del observador, el cual lentamente se va transformando en un delicado oyente que comienza a vivir la obra de una manera “pseudo-sensitiva”. Se trata de una experiencia en la que los sentidos se van esparciendo lentamente hasta alcanzar una unión absoluta con la creación.
Por su parte, la intención última de la mística reside igualmente en el anhelo de una experiencia directa con el objeto de contemplación.(...)

(...)En resumen, bien podemos decir que la actitud silente de respeto exigida por Rothko ante sus obras para alcanzar una experiencia plena con las mismas, es el elemento más llamativo en la recepción de dicha obra, ya que dicha “exigencia” pone claramente de manifiesto una cierta cercanía entre su creación pictórica y la práxis mística. Por este mismo motivo, la presencia del silencio en la contemplación de las obras de Rothko también ocupa un lugar destacado.
El silencio propio que impone la presencia de cualquier creación plástica es algo intrínseco a la contemplación de la misma. En la plástica pura no existe la significación de la palabra o del sonido musical, pero por el contrario el contenido de la obra se nos ofrece en una “completud” inaccesible a otros tipos de arte. “Lo que” se ofrece en un lienzo, una escultura o una construcción arquitectónica se nos muestra tal cual, no necesita de la significación de la palabra para darse. En las modalidades artísticas plásticas las cosas se nos ofrecen de una manera distinta a como sucede en la literatura o la música. Precisamente por ello, el silencio ocupa un lugar destacado en la contemplación de las obras plásticas9. Gracias al silencio propio exigido por la contemplación auténtica las obras alcanzan niveles de significación en el espíritu del receptor que serían imposibles sin la presencia de este silencio.
En el caso de la obra de Rothko, desde una cercanía patente con la mística tal y como hemos destacado, se hace aún más evidente el lugar de relevancia que ocupa el silencio. Rothko nos ofrece enormes telas impregnadas de anchas bandas de color que nos sumergen en una atmósfera meditativa cercana a lo religioso. En el conjunto de sentido que conforma el espectador ante un cuadro de Rothko, hallamos la posibilidad de rozar lo sublime mediante el sentimiento profundo que nos proporciona la percepción inteligente de la obra de este creador del siglo XX.

                                                                                                             Rubén Muñoz Martínez


Fedro, Revista de Estética y Teoría de las Artes. Número 7, septiembre 2008. ISSN 1697 8072

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De José Ant. GARCÍA-MONGE, SJ: La soledad madura (I).


Primera parte.

Título difícil el que me han propuesto para esta reflexión que quiero compartir con el lector. Se puede entender de muchas maneras: soledad madura como la soledad que genera madurez; soledad madura como una dimensión de la madurez o un espacio personal psicosocial pro-vocador de una posible respuesta y/o actitud madura… ¿Existen experiencias de soledad que constituyan una atmósfera propicia para un crecimiento personal? Para adentrarnos en la respuesta, primero tenemos que des-asociar «soledad» de «aislamiento, dolor, injusticia, desencuentro, fracaso»… Lo cual no es fácil, porque frecuentemente hemos asociado la palabra a esas realidades negativas para la persona. No voy a recordar esas aristas punzantes de la soledad, porque se contemplan en otros artículos de este mismo número y, por otra parte, son tan frecuentes en nuestras personas, en nuestra cultura, en nuestro modo de vivir o de morir, en toda la realidad de nuestro mundo, que no hay que bucear mucho para encontrarlas. Mi experiencia como psicoterapeuta me hace encontrar a diario soledades inhóspitas, amargadas, muy dolorosas, que la persona tiene que aprender a manejar adecuadamente y tratar de «amueblar» de alguna manera. En segundo lugar, me voy a fijar más en el nivel psicológico que en el nivel espiritual de una soledad interior HABITADA por Dios, experiencia liberadora y pacificante de fe: una soledad espiritual que forma parte del camino de seguimiento de Jesús y de la experiencia histórica del Reino. Mi cometido es más modesto. Tal vez muy naturalmente sencillo para algunas personas y demasiado complicado para la mayoría:
¿Cómo podemos vivir una soledad que, en vez de destruirnos, nos construya?

Soledad-Esteiro

Nociones

Soledad nos remite a la experiencia de estar solos, física, psíquica, existencial y psicosocialmente: ausencias, silencio, vacío, monólogos, nada, nadie…
Madurez nos habla de procesos de crecimiento en diferentes dimensiones de la persona, de la familia, de los grupos. No se correlaciona necesariamente con adultez, y puede generarse en aspectos intelectuales, emocionales, sexuales, laborales, espirituales, etc. del hombre o de la mujer.
El niño y el adolescente no pueden estar solos: necesitan el referente del grupo para negociar su identidad. El hombre o la mujer inmaduros no saben estar solos.

Soledad: dato e interpretación

La soledad es un dato de la vida. Tarde o temprano, nos encontramos con ella y en ella. Con sorpresa, con dolor o con paz: dependerá, en gran parte, de la interpretación que demos a la soledad y que nos demos en la soledad.
Nos guste o no, nuestra vida pasará por la soledad. ¿Cómo interpretamos esa situación? Simplificando: bien o mal; de un modo sano o de un modo insano; de manera inmadura o madura. La soledad, tal vez no buscada, pero encontrada, no por huir de los otros, sino por ir temporalmente en pos de la propia verdad, podemos interpretarla desde muchas y diferentes claves de lectura:
  • La soledad del antiguo «apestado», hoy «marginado».
  • Más positivamente, la libertad que con frecuencia conlleva el precio de la soledad
  • La verdad, cuyo susurro necesita el silencio de la soledad.
  • La responsabilidad a la que, en última instancia, nos conduce un sendero que transitamos muchas veces en soledad. ¿Cómo interpreto mi soledad?: oportunidad, riesgo, reto, valor, verdad, libertad, encuentro con la Fuente del Amor…

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DESPERTAR



Para despertar, busca toda la ayuda que puedas, lee los libros que encuentres, asiste a los encuentros que te inviten, medita, respira y espera. Todo ayudará…, pero finalmente solo tú harás la alquimia, pues nada puede precipitarla, solo tu intención de que suceda. Y aún si no hicieras nada de nada, espera tranquilo, igual ocurrirá... 
Si ya has despertado y ves cómo duermen los demás a tu alrededor, entonces camina en puntillas, respeta su sueño y descubre la perfección de sus propios tiempos, así como fueron perfectos los tuyos. 
Cuando ellos abran sus ojos, el fulgor de tu brillo los ayudará a despertar sin necesidad que hagas nada. Si aún duermes, relájate y disfruta tu sueño, estás siendo arrullado y cuidado. 
Despertar no es un acto de magia, aunque llenará de magia tu vida. 
Despertar no tiene nada que ver con tu mundo externo, aunque todo lo que te rodea parecerá tener un nuevo brillo. 
Despertar no cambiará tu vida, si bien sentirás que todo ha cambiado. 
Despertar no borrará tu pasado, pero al mirar atrás lo percibirás como la historia de alguien muy querido que aprendió muchas cosas, y sentirás que ese alguien ya no eres tú. 
Despertar no despertará a tus seres queridos, pero ellos se verán mas divinos ante tus ojos. 
Despertar no sanará todas tus heridas, pero ellas dejarán de gobernarte. 
Despertar no solucionará tu situación financiera, pero te sentirás millonario. 
Despertar no te hará más popular, pero ya no volverás a sentirte solo. 
Despertar no te embellecerá ante los ojos de los demás, pero te hará perfecto ante tu propia mirada.
Despertar no te dará mas poder, pero descubrirás el poder que tienes. 
Despertar puede que no disuelva los barrotes de tus cárceles, pero te dará la libertad de ser tú mismo. 
Despertar no cambiará el mundo, te cambiará a ti. 
Despertar no quita responsabilidad, muy por el contrario te dará conciencia de las consecuencias de tus actos y elecciones. 
Despertar no te hará tener siempre la razón, más bien ya no sentirás deseos de tenerla. 
Despertar no traerá caudales de amor a tu vida, descubrirás que ese caudal habita en ti. 
Despertar tiene poco que ver con lo que imaginas y tiene todo que ver con el amor. 
Despertar es amarte a ti mismo, con tus límites y con tus experiencias, es amar al otro como parte de tu ser y es amar a la existencia... Sí, amar esta bella vida tan sorprendente y variada en todos sus matices. 
Permítete disfrutar de la experiencia de ser el maravilloso Ser que ya eres. Tu vida es un acto sagrado pues es la creación del Dios que hay en ti.

                                                                                                                                           (Anónimo)

"El silencio no existe"
                                         John Cage 




                                                                                "4'33''"

EL ADIÓS


Entró y se inclinó hasta besarla
porque de ella recibía la fuerza.

(La mujer lo miraba sin respuesta.)

Había un espejo humedecido
que imitaba la vida vagamente.
Se apretó la corbata,
el corazón,
sorbió un café desvanecido y turbio,
explicó sus proyectos
para hoy,
sus sueños para ayer y sus deseos
para nunca jamás.

(Ella lo contemplaba silenciosa.)

Habló de nuevo. Recordó la lucha
de tantos días y el amor
pasado. La vida es algo inesperado,
dijo. (Más frágiles que nunca las palabras).
Al fin calló con el silencio de ella,
se acercó hasta sus labios
y lloró simplemente sobre aquellos

labios ya para siempre sin respuesta.

                                                                        "A modo de esperanza"    José Ángel Valente

                                                                                               

Humberto Rivas, el fotógrafo del silencio


Martorell, 1987.

La fotografía de Rivas se dirige hacia el despojamiento, hacia una desfabricación de la realidad. Hay una serenidad clásica en su manera de ver. No formalista o preciosista; para Rivas el estilo viene determinado por el punto de vista. Al igual que Man Ray, su intención es distraer la atención de la destreza manual para que la idea se imponga, para que el observador no se quede con el cómo, sino con el porqué.
(...)Sus fotografías no invitan a la mirada, sino a la contemplación. La mirada puede ser ausente y ruidosa; en cambio, la contemplación exige recogimiento y reflexión.

                                                                                                                                    Blog  "Barcelona Photobloggers"



María, 1979.


(...)Su género por excelencia fue el retrato, tanto que de ese ámbito vino su mote profesional, el fotógrafo del silencio, porque en sus fotografías intentaba captar las cualidades interiores de los que se ponían ante su objetivo. Ayudaba a ello la sobriedad y la sencillez con las que las personas estaban expuestas a sus objetivos, retratos siempre sin fondo, con la intención de imponer una idea más que una imagen.

                                                                                                                            Articulo de "El País", noviembre 2009

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"La verdad del silencio"


La conciencia de ser en "La nube del no-saber" y en Nisargadatta Maharaj.

Pequeña introducción a la propuesta del autor de La nube del no-saber.


El texto anónimo inglés del siglo XIV, La nube del no-saber y Sri Nisargadatta Maharaj (Bombay, 1897-1981) coinciden en un mensaje escueto y simple: importa reconocer identificaciones erróneas para poder conocer lo que constituye el "ser", en verdad.

Los textos del autor inglés ocupan pocas páginas. Los del maestro de Bombay podríamos decir que todavía menos, pues no escribió ni una sola línea. Quizás en otra época su huella se habría borrado pronto, pero en el tiempo de las grabaciones y del papel impreso, sus diálogos (como sucedió con las enseñanzas de Ramana Maharshi) han quedado recogidos en numerosas publicaciones. Es sorprendente poder constatar cómo convergen los dos maestros en su esfuerzo por ofrecer una lección fronteriza lo más desnuda y clara posible.

(…) En ambos, la realización resulta en una toma de conciencia del existir en su esencia absoluta: el "Ser" o el "Supremo" para Nisargadatta, "Dios" para el autor de la Nube. Uno y otro avisando, poniendo en guardia, sobre la limitación de cualquier término respecto a aquello que ni puede ser nombrado, ni puede ser pensado, ni puede ser comprendido. Aquello que sólo se puede conocer siéndolo. (…) A quien quiera experimentar el amor de Dios (insistimos: un “Dios” más allá de “Dios”) el autor de la Nube le propone que se desnude de sí mismo y se revista de Él; que abandone su yo (el conocimiento y la conciencia de sí mismo) para que la conciencia personal no se interponga entre uno mismo y Dios, impidiendo el acceso. ¿Qué aconseja para llevar a cabo esa des-sujeción? Insiste, fundamentalmente, en una sola idea: concentrarse en la conciencia de existir. Acompaña su sencilla propuesta de una serie de consideraciones que ayuden a orientar y fundamentar la dedicación.

(…) Es en la meditación silenciosa donde puede ejercitarse ese despojarse para revestirse, en un esfuerzo por lanzar (trasladar, impulsar...) al propio ser hasta aquel a quien se quiere conocer-experimentar. Por medio de la conciencia de la existencia en su desnudez. Ya que el Ser es el ser de sí mismo y de todas las cosas, en esa desnudez no hay diferencia entre la propia existencia y la existencia que todo lo es. La única diferencia es "que él es la razón de tu existencia pero tú no lo eres de la suya" (Nube 1992: 124), pero se trata de una misma naturaleza, una misma existencia, un mismo ser.

(…) Propone el autor una polarización total de la conciencia hacia el hecho mismo de existir, hacia la cualidad misma de ser, sin detenerse en nada más. Como ayuda propone centrar toda la atención en un término, lo más breve posible, que facilite esa polarización del "impulso desnudo", que ayude a penetrar más y más hondo en la conciencia de existir. Pura conciencia de existir. En la Carta propone "es": "pues descubrirás que todo se halla resumido y contenido en un término tan breve como 'es' "(1992: 130). En la Nube concreta la práctica en otros dos términos: "Dios", "amor".

Esa breve forma lingüística —la que sea— tiene por función impulsar la atención, empujarla: "este impulso o movimiento del alma no tiene un sentido físico, hacia arriba o abajo. Habría que considerarlo como un cambio súbito más que un movimiento" (Nube 1992: 103). Por la vía de llenar la mente con una sola palabra, una palabra que vehicula una aprehensión del sentir, y forzar a la intelección a considerarla, va conduciendo a la mente-sentir, hacia el ámbito del conocer silencioso, adentra a la cognición humana en la nube del no-saber, pues es en el no-saber (más allá de toda construcción conceptual) donde se puede reconocer al que es, a Aquel a quien se busca, al que ninguna palabra ni idea pueden referir, pues es sin distinción ni límite alguno. La tarea consiste en ir más allá de lo que se interpone entre el buscador y el reconocimiento.

                                                              Selección de la obra de Teresa Guardans: “La verdad del silencio” (Herder, 2010)                                      

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Est tempus quando nihil, est tempus quando aliquid, nullum tamen est tempus in quo dicenda sunt omnía.

"Hay ocasiones en las que conviene no decir nada, otras en que conviene decir algo; pero no hay ninguna en la que convenga decirlo todo."
                                                                                                                                    (Proverbio medieval)


¡Guardar silencio…!


Reflexiones en torno al silencio
como espacio genético del hombre 

"¡Guardar  silencio!  ¡Qué  palabras más  extrañas! Cuando
es el silencio quien nos guarda. "


La  cita  que  encabeza  nuestra  reflexión  se  encuentra  en  la  obra  "Diario  de  un  cura
rural" de George Bernanos, obra en la que la existencia de un joven presbítero va naciendo a
una vida nueva y propia frente a los otros que, como él, viven la misma vocación. La obra
nos  invita  a  entrar  en  la  escucha  del  silencio  íntimo  de  su  diario  donde  habla  su  propio
interior.  Silencio  en  el  que  se  va  fraguando  todo  el  proceso. Esta  será  la  idea  básica  que
dirigirá toda nuestra reflexión: Nacemos a nosotros mismos en el interior de un silencio que
debe ser buscado, guardado para que nos descubra nuestra propia identidad y así nos guarde
de abortar nuestro ser.

1. El silencio ocultado 

Ahora bien, el  silencio  en nuestra  cultura no  es  reconocido  como  lugar de  lucidez,
como lugar donde despertar el ser que nos habita, sino como lugar de su anulación. Aparece
como  lugar  falto  de  vitalidad  y,  por  eso,  “no  solo  no  seduce,  sino  que  tiene  un  efecto
somnoliento  y  disuasorio.  Callar  no  está  bien  visto.  Denota  aburrimiento,  apatía  (…)  el
silencio está mal visto”1. El  ruido, el exceso de palabras y  la velocidad en  las  imágenes y
sensaciones  son  los  lugares  donde  parece  habitar  la  fuente  de  la  vida,  aquella  que  nos
guardaría del anonimato tan temido por el hombree actual. El silencio no sería pues más que
un ladrón del propio ser.
El  silencio  ha  sido  expulsado  de  nuestro  espacio  vital  por  una  civilización  urbana,
tecnificada y de consumo. Se han reducido drásticamente los espacios en los que el oído no
es asaltado por ruidos sin mensaje o mensajes exteriores que buscan ocupar todo su espacio
perceptivo. El tráfico, el bullicio de las calles, el ruido de las cadenas de montaje, la música
ambiental  de  cualquier  espacio  interior,  altavoces, MP3  convertidos  en  una  parte más  del
propio cuerpo, la televisión o las televisiones familiares como compañeras inseparables más
allá de su atención directa… Vivimos envueltos por un rumor continuo e indiscreto, apenas
percibido  a  pesar  de  su  presencia  omniabarcante  y  estridente,  que  nos  hace  sordos,
auténticamente  sordos  pues  delimita  nuestro  espacio  auditivo  alejándole  de  la  pregunta
interior  y  radical  por  la  propia  identidad  que  sólo  nace  cuando  se  aquieta  la  velocidad
siempre estruendosa de la vida. Contaminación sonora y contaminación visual por exceso de
ruido, palabras e imágenes que se muestran como una niebla espesa entre nosotros y nuestra
identidad. Así, cuando la pregunta parece advenir ya ha llegado otra imagen, otro mensaje,
otro ruido que la espanta exiliándola de nuevo al lugar de los no nacidos.
Pero,  como  puede  apreciarse  en  toda  tradición  espiritual  y  constatan  todos  los  que
reflexionan sobre este tema, el problema no es exclusivo de nuestra civilización urbana. La
ausencia  de  silencio  no  es  un  acontecimiento  solamente  involuntario  provocado  desde  el
exterior, sino que se ha manifestado siempre como voluntad de huida del propio ser, como
huida  de  la  propia  libertad  que  se  siente  débil  para  enfrentarse  al  sentido  de  la  actividad
humana  en  la  que  el  hombre  se  realiza. De  aquí  que  incluso  cuando  el  ciudadano  actual
busque o anhele la paz silenciosa de campo, cuando la habita termina por colonizarla con los
sonidos de  la civilización. No es extraño que  los  intentos de  recuperación del  silencio en
nuestra cultura terminen como aquellos intentos de recuperación de matrimonios donde los
cónyuges están ya alejados interiormente y el roce permanente de unos días de vacaciones
sólo pone en evidencia su distancia y la imposibilidad de convivencia.
¿Puede el hombre actual habitar este silencio desde el que accede a su identidad? Por
otra parte, ¿puede ser él mismo sin habitarlo? Este es uno de los importantes dilemas a los
que  debe  enfrentarse  cada  hombre,  también  en  este  tiempo  que  se  nos  ha  entregado  para
vivir.

                                                                                     Publicado en Asidonense 2 (2007) 337-359.

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“El hombre se adentra en la multitud para anular el clamor de su propio silencio”. 

                                                                                                      R. Tagore