El silencio por Pablo D'Ors




El misterio del silencio y la vía mística


NUESTRA RELACIÓN PARADÓJICA CON EL SILENCIO HIZO QUE PRIMERO LO BORRÁRAMOS DE NUESTRAS VIDAS, LLENANDO EL MUNDO DE RUIDOSOS OBJETOS, PARA LUEGO DESEARLO COMO LA SOLUCIÓN A NUESTRO MALESTAR; ESTE IMPULSO DE BUSCAR EL SILENCIO, SU EXCLUSIVA DIMENSIÓN, ESCONDE TAMBIÉN UNA SED MÍSTICA.

Nuestra cultura tiene una relación paradójica con el silencio. Por un lado, lo hemos identificado con la divinidad o con lo místico (lo más valioso de lo inmaterial), ya sea como una cualidad de lo divino o como una estructura o una dimensión que permite lo místico —o al menos esa paz que nos brinda entendimiento. Por otro lado, hemos manifestado un consistente pánico hacia el silencio y el vacío, llenando el espacio de ruido y cosas innecesarias en un abigarrado impulso barroco que puede leerse como una forma de escapar del presente y de la inmanencia del ser.
El auge de la espiritualidad occidental, remezlcando tradiciones orientales, se sustenta en la idea de que es necesario encontrar el silencio para poder recibir visiones significativas, para aquietar la mente y poder escuchar la voz interna y encontrar el equilibrio que trae la sabiduría —más allá del mundanal ruido. Creemos que al acercarnos al silencio —aunque este sea ya una abstracción, un reciclaje metafísico o una utopía— nos acercamos a una región sagrada, donde el ser yace prístino, incontaminado en una especie de eternidad. Hay en el silencio algo como una nostalgia del principio del mundo. Existe incrustada en nuestra psique la noción arquetípica de que el origen es superior al devenir de una cosa —acaso apuntalada en el hecho de que lo inmanifiesto cuenta con un potencial relativamente ilimitado— y que el tiempo va despojando a las cosas de su pureza. El Tao, nos dicen, “es como un bloque de madera sin tallar”.

De la web "Centro Nagual" 
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Takeshi Shikama












Takeshi Shikama
De sus múltiples series "Silent respirations of Forests"

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“Si tenéis la paciencia de seguirme, descubriréis que hay un sonido tan sutil que nada vive entre este sonido y el silencio’” 
Helen Keller


La mística de los ojos abiertos

Cultivar la mirada interior para disponer la mirada exterior
Antes de referirme a lo que conviene mirar, me gustaría aclarar que el cerrar los ojos de la práctica meditativa es para abrir el ojo interior. El caer de los párpados indica el necesario apartamiento de la inmediatez para poder mirar la realidad con mayor perspectiva. Es inadecuada la comparación que se hace a veces entre Cristo muriendo en la cruz con los ojos y brazos abiertos ante el dolor del mundo y el Buda con los ojos cerrados y meditando como si se quisiera evadir del sufrimiento y del mundo. En verdad, son dos modos de estar presentes en y para el mundo: uno solidarizándose con el dolor y clamando junto con los que sufren, mientras que el otro enseña a transformarlo mediante el estado meditativo. El episodio del Éxodo en el que Moisés ora desde lo alto con las manos extendidas mientras Josué lucha en el llano (Ex 17,8-12) es otra expresión de cómo esos dos modos de estar presente son necesarios y que es importante saber cuándo es tiempo para cada uno: estar codo a codo en la trinchera y tomar distancia para poder mirar con perspectiva.
Hace algunos años un compañero jesuita que llevaba mucho tiempo en el altiplano boliviano entre los aymaras me comunicó una experiencia que vale la pena transmitir. Una mañana se acercó a uno de los poblados para consultar con uno de los ancianos un asunto de importancia. Le dijeron que don Genaro estaba ausente pero que regresaría más tarde. Al cabo de unas horas, mi compañero volvió a preguntar por él y le dijeron que todavía no había regresado. Volvió por tercera vez al final del día, pero todavía no había llegado. Mi compañero preguntó esta vez con impaciencia:
– ¿Se puede saber dónde está?
Uno de los ancianos que estaba presente le indicó con el dedo una pequeña figura blanca en lo alto de un cerro.
– Ahí está don Genaro.
– ¿Y qué está haciendo?
– Está llenándose de luz.
Difícilmente podría decirse mejor lo que está en juego: llenarse de luz para iluminar con esa luz la realidad que se ve. ¿Qué es lo que ven unos ojos abiertos por la experiencia interior? Perciben Presencia donde la mirada ordinaria sólo vive la ausencia y captan la interconexión de todo donde la mirada ordinaria sólo ve fragmentación y caos. En lenguaje más clásico, se “ve a Dios en todas las cosas y a todas las cosas en Dios”. Esta fue precisamente una de las experiencias que tuvo Teresa de Jesús al inicio de su conversión. Explica ella misma en su autobiografía: “Estando una vez en oración, se me presentó en breve, sin ver cosa formada, mas fue una representación con toda claridad, cómo se ven en Dios todas las cosas y cómo las tiene todas en sí. Saber escribir esto, yo no lo sé, mas quedó muy imprimido en mi alma. Es una de las mercedes que el Señor me ha hecho y de las que más me ha hecho confundir y avergonzar, acordándome de los pecados que he hecho. Creo que si el Señor fuera servido viera esto en otro tiempo y si lo viesen los que le ofenden, que no tendrían corazón ni atrevimiento para hacerlo” (Vida, 40,9).
"La mística de los ojos abiertos" (Javier Melloni)
De la web "ÉXODO. Plataforma de peticiones para el empoderamiento ciudadano"
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