La práctica del Silencio


El acto de silenciarse se puede cultivar mediante la práctica formal de la meditación. Cuando nos sentamos a meditar, nos ejercitamos en el enfoque de la atención, al tiempo que ampliamos el estado de presencia: presencia en el cuerpo, presencia en la vida que se despliega en este instante, presencia en lo que es. Aprendemos asimismo a observar los contenidos de la consciencia, es decir, los contenidos de la mente pensante y del psicocuerpo, descubriendo, mediante la vivencia directa, que detrás de la mente pensante hay silencio y quietud, y que somosmás allá del pensamiento.

El silencio también puede ser cultivado en el día a día: mientras uno hace, habla, corre, cocina, escucha…, de forma autoconsciente, es decir, dándose cuenta de lo que se está haciendo. Este darse cuenta proviene del silencio.

La práctica del silencio en la vida cotidiana puede conducir a lo que la tradición taoísta ha llamado wu–wai, el paradójico hacer sin hacer en el que la acción no surge del nivel personal, ni está al servicio de éste; es una acción que brota del potencial creativo del Silencio.
La autoconsciencia de los propios procesos de pensamiento conlleva vivirse desde un mayor estado de presencia: la atención puede enfocarse en lo que sucede aquí ahora, y la acción entonces es una forma activa del silencio.

Nuestra vida, al abrirse al silencio es, en sí misma, una creación constante. Entonces nuestros actos se convierten en una expresión de este proceso creativo directo. No vivo pendiente de juicios u objetivos; vivo descubriendo la profundidad inmensa del instante que en cada momento se derrama, se vierte al exterior de un modo totalmente nuevo, imprevisto y creativo… Dejamos de comprar y de juzgar porque descubrimos que lo esencial es esto que se está expresando.  

Así los actos más pequeños o más elementales de nuestra vida, y también los más grandes, tiene exactamente la misma trascendencia, porque todo parte de la misma realidad inmanente y trascendente.

 El silencio es el reposo de nuestro yo personal. 

–Antonio Blay–


Extraido de la web de "EDTe. ESCUELA ESPAÑOLA DE DESARROLLO TRANSPERSONAL"
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SILENCIO


En un primer momento
el silencio es pura privación,
carencia, hueco molesto,
arrancarse de actividades y personas
que llenaban.
El silencio se percibe
como inútil, aburrido,
pérdida de tiempo.
Lleno del eco confuso
de las cosas dejadas atrás,
exigencia de compañía,
de actividades.

Si se sobrepasa este momento,
el silencio se hace palabra.
Los fantasmas escondidos
empiezan a salir a la luz
y a gritar sus exigencias.
Antes trabajaban desde la clandestinidad,
enmascarados en las actividades,
proyectos y personas,
y pasaban casi desapercibidos.
Pero también la vida retada
empieza a brotar más firme,
más honda, y nos sorprende
la profundidad ignorada
que surge de nosotros mismos,
desde nuestra apertura al infinito.

El silencio se transforma
en lucha cuerpo a cuerpo,
entre los fantasmas con su ejército de miedos
y las exigencias nuevas de una libertad inagotable.
El silencio es tenso,
implacable, decisivo.
En la lucha algo de mí muere,
algo vuelve a ser clandestino,
algo nuevo se afirma
marcado todavía por los rasgos de la agonía.

El silencio ha cristalizado
en un gesto de reposo sabio,
hecho de certezas infinitas,
de vida recién nacida.
El silencio se ha revelado una presencia,
sereno estar en una compañía,
que me abre el espacio
de su amor discreto
donde se hace consistente mi armonía.
El silencio se hace silencio pleno,
confiado, alegre, reposo y estrenado.
El silencio es palabra agradecida.

Benjamín González Buelta

Al otro lado de la montaña
es más tangible el silencio.
Allí hay otras montañas
y otros pájaros.
Las sombras son más largas
y las piedras más suaves.
Tú decides
si me crees.

 Ingibjörg Haraldsdóttir 

Uno



Porque hay más.
Más están fuera.
Fuera de la habitación.
Fuera de las demás habitaciones.
Fuera de la casa.
La casa es demasiado grande.
Se extienden cuando duermo.
Porque también hay muchas.
Últimamente están deterioradas.
Húmedas. Ciegas.
Depende de los días.
Depende de las nubes.
También de las imágenes.
Sobre todo, depende de los hilos.
Partir es dar pasos fuera.
Fuera de la habitación.
De la mente, no:
No hay. Hay hilo.
Partir es dar pasos
fuera de la habitación con el hilo.
El mismo hilo.
A veces se rompe
el hilo. Porque es endeble,
o porque la otra habitación
está oscura. Sin
querer, tiramos de él y se rompe.
Entonces queda el silencio.
Pero no hay silencio.
No mientras se dice.
No lo hay. Hay hilo,
otro hilo.
La palabra silencio dentro.
Dentro de uno —¿uno?


"Uno"
Chantal Maillard


“El silencio te acercará a aquel fruto que la lengua es incapaz de interpretar para ti.”
Isaac de Nínive