La mística de los ojos abiertos

Cultivar la mirada interior para disponer la mirada exterior
Antes de referirme a lo que conviene mirar, me gustaría aclarar que el cerrar los ojos de la práctica meditativa es para abrir el ojo interior. El caer de los párpados indica el necesario apartamiento de la inmediatez para poder mirar la realidad con mayor perspectiva. Es inadecuada la comparación que se hace a veces entre Cristo muriendo en la cruz con los ojos y brazos abiertos ante el dolor del mundo y el Buda con los ojos cerrados y meditando como si se quisiera evadir del sufrimiento y del mundo. En verdad, son dos modos de estar presentes en y para el mundo: uno solidarizándose con el dolor y clamando junto con los que sufren, mientras que el otro enseña a transformarlo mediante el estado meditativo. El episodio del Éxodo en el que Moisés ora desde lo alto con las manos extendidas mientras Josué lucha en el llano (Ex 17,8-12) es otra expresión de cómo esos dos modos de estar presente son necesarios y que es importante saber cuándo es tiempo para cada uno: estar codo a codo en la trinchera y tomar distancia para poder mirar con perspectiva.
Hace algunos años un compañero jesuita que llevaba mucho tiempo en el altiplano boliviano entre los aymaras me comunicó una experiencia que vale la pena transmitir. Una mañana se acercó a uno de los poblados para consultar con uno de los ancianos un asunto de importancia. Le dijeron que don Genaro estaba ausente pero que regresaría más tarde. Al cabo de unas horas, mi compañero volvió a preguntar por él y le dijeron que todavía no había regresado. Volvió por tercera vez al final del día, pero todavía no había llegado. Mi compañero preguntó esta vez con impaciencia:
– ¿Se puede saber dónde está?
Uno de los ancianos que estaba presente le indicó con el dedo una pequeña figura blanca en lo alto de un cerro.
– Ahí está don Genaro.
– ¿Y qué está haciendo?
– Está llenándose de luz.
Difícilmente podría decirse mejor lo que está en juego: llenarse de luz para iluminar con esa luz la realidad que se ve. ¿Qué es lo que ven unos ojos abiertos por la experiencia interior? Perciben Presencia donde la mirada ordinaria sólo vive la ausencia y captan la interconexión de todo donde la mirada ordinaria sólo ve fragmentación y caos. En lenguaje más clásico, se “ve a Dios en todas las cosas y a todas las cosas en Dios”. Esta fue precisamente una de las experiencias que tuvo Teresa de Jesús al inicio de su conversión. Explica ella misma en su autobiografía: “Estando una vez en oración, se me presentó en breve, sin ver cosa formada, mas fue una representación con toda claridad, cómo se ven en Dios todas las cosas y cómo las tiene todas en sí. Saber escribir esto, yo no lo sé, mas quedó muy imprimido en mi alma. Es una de las mercedes que el Señor me ha hecho y de las que más me ha hecho confundir y avergonzar, acordándome de los pecados que he hecho. Creo que si el Señor fuera servido viera esto en otro tiempo y si lo viesen los que le ofenden, que no tendrían corazón ni atrevimiento para hacerlo” (Vida, 40,9).
"La mística de los ojos abiertos" (Javier Melloni)
De la web "ÉXODO. Plataforma de peticiones para el empoderamiento ciudadano"
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