Viaje al silencio
" Me acurrucaba en el íntimo silencio de la casa y contemplaba en mis paseos la intermitente luz del sol en la hierba y el mar; en los picos de las escarpadas montañas coronadas por las nubes, y dejaba que el viento pasara a través de mí. Me dediqué a acostumbrarme al silencio y a rebajar mis expectativas, a planificar, organizar y dirigir los días lo menos posible. A experimentar, sentir, vivir y "ser" lo más posible. Las personas que deciden explorar el silencio voluntariamente suelen tardar bastante en acostumbrarse. No es que el silencio crezca con el paso del tiempo, sino que uno se va adaptando a él . A diferencia del sonido, que se estrella contra los oídos, el silencio es sutil. Cuanto más tiempo se pasa en silencio, mejor se aprecian los imperceptibles matices que encierra, de tal manera que parece escapar como un animal huidizo. Hay que estarse muy quieto para atraerlo. Es difícil; hay que sosegar el cuerpo y la mente para percibir la turbulencia de estos sonidos.
Fui modelando poco a poco mis días, y el silencio ganó la partida."
"Viaje al silencio". Sara Maitland