La voz del silencio


Fragmento primero

Las presentes instrucciones son para aquellos que ignoran los peligros de los IDDHI
inferiores.
Aquel que pretenda oír la voz del Nada «el Sonido insonoro», y comprenderla, tiene que
enterarse de la naturaleza del Dâranâ.
Habiéndose vuelto indiferente a los objetos de percepción debe el discípulo ir en busca del
Rajá (rey) de los sentidos, al Productor del pensamiento, aquel que despierta la ilusión.
La Mente es el gran destructor de lo Real.
Destruya el discípulo al Destructor.
Porque:
Cuando su propia forma le parezca ilusoria, como al despertar, todas las formas que en sueños
ve.
Cuando él haya cesado de oír los muchos sonidos, entonces podrás discernir el UNO, el
sonido interno que mata el externo.
Entonces únicamente, y no antes, abandonará la región de Asat, lo falso, para entrar en el
reino de Sat, lo verdadero.
Antes de que el alma pueda ver, debe haberse alcanzado la Armonía interior, y los ojos
carnales han de estar cegados a toda ilusión.
Antes de que el alma pueda oír, es menester que la imagen (hombre) se vuelva tan sorda a los
rugidos como a los susurros; a los bramidos de los elefantes furiosos, como al zumbido
argentino de la dorada mosca de fuego.
Antes de que el alma sea capaz de comprender y recordar, debe estar unida con el Hablante
silencioso, de igual modo que la forma en la cual se modela la arcilla, lo está al principio con
la mente del alfarero.
Porque entonces el alma oirá y recordará.
Y entonces al oído interno hablará
LA VOZ DEL SILENCIO,
y dirá...

                                                                                                                                     Helena Blavatsky

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