Voces de silencio
Se podría bien probar la existencia de este estado de alma por muchas citas de escritos que dejaron los santos de todos los tiempos. David dice así: «Me acuesto en paz y enseguida me duermo, pues tú solo, Yahvéh, me asientas en seguro» (Sal 4,9). San Pablo: «Paz de Dios que supera todo conocimiento» (Flp 4,7). San Juan: «Se hizo un silencio grande en el cielo, como de media hora» (Ap 8,1). Otros grandes santos de la Iglesia, San Dionisio y San Gregorio y muchos otros han escrito detenidamente a este propósito. Hagamos lugar a esta contemplación y apliquémonos a ella como advierte San Agustín: «Cuando Dios quiere actuar hay que esperar atentamente su operación».
Silencio de esperanza
Tales hombres oirán a Nuestro Señor que les enseña la dulzura y humildad y que su yugo es suave como la carga ligera. Yugo es algo de lo que se tira y arrastra. El padre celestial conduce y atrae a estos hombres interiormente, en su foro interno y externo, por muchas y espantosas pruebas y prácticas penosas. Todo esto es suave a estos hombres y todos los pesos les son increíblemente ligeros. El Padre puede atraerlos como quiera. Si deja caer golpes duros sobre ti, guarda solamente calmado silencio. El desea oprimir tus espaldas con su peso. Dice el refrán: «Si pierdes la cabeza has perdido la verdad». Pero calla. En esta carga que Dios te ha impuesto no ha querido que te corten la cabeza, como hicieron con los santos.
Podamos nosotros seguir y ver de tal suerte que nuestros ojos sean dichosos. Dios nos ayude.
Johannes Tauler