APUNTE SOBRE MARK ROTHKO










“LA TELA NOS HA HABLADO”


(...)La obra de Rothko rebasa el concepto de estética y se abre a una modalidad de experiencia que bien podríamos interpretar desde lugares en principio tan distantes al arte como la mística o la religiosidad.
La cercanía de la obra de Rothko con la mística se pone de manifiesto básicamente en las grandes similitudes existentes entre algunos de los aspectos fundamentales de ambos intentos.
Así, podemos observar que los lienzos de Rothko se ofrecen serenamente en una expresión colorista que busca la conexión directa con el contemplador. La obra huye de toda mediación verbal para sumirnos en un mar de silencio donde la pintura cobra vida desde la recepción respetuosa del observador, el cual lentamente se va transformando en un delicado oyente que comienza a vivir la obra de una manera “pseudo-sensitiva”. Se trata de una experiencia en la que los sentidos se van esparciendo lentamente hasta alcanzar una unión absoluta con la creación.
Por su parte, la intención última de la mística reside igualmente en el anhelo de una experiencia directa con el objeto de contemplación.(...)

(...)En resumen, bien podemos decir que la actitud silente de respeto exigida por Rothko ante sus obras para alcanzar una experiencia plena con las mismas, es el elemento más llamativo en la recepción de dicha obra, ya que dicha “exigencia” pone claramente de manifiesto una cierta cercanía entre su creación pictórica y la práxis mística. Por este mismo motivo, la presencia del silencio en la contemplación de las obras de Rothko también ocupa un lugar destacado.
El silencio propio que impone la presencia de cualquier creación plástica es algo intrínseco a la contemplación de la misma. En la plástica pura no existe la significación de la palabra o del sonido musical, pero por el contrario el contenido de la obra se nos ofrece en una “completud” inaccesible a otros tipos de arte. “Lo que” se ofrece en un lienzo, una escultura o una construcción arquitectónica se nos muestra tal cual, no necesita de la significación de la palabra para darse. En las modalidades artísticas plásticas las cosas se nos ofrecen de una manera distinta a como sucede en la literatura o la música. Precisamente por ello, el silencio ocupa un lugar destacado en la contemplación de las obras plásticas9. Gracias al silencio propio exigido por la contemplación auténtica las obras alcanzan niveles de significación en el espíritu del receptor que serían imposibles sin la presencia de este silencio.
En el caso de la obra de Rothko, desde una cercanía patente con la mística tal y como hemos destacado, se hace aún más evidente el lugar de relevancia que ocupa el silencio. Rothko nos ofrece enormes telas impregnadas de anchas bandas de color que nos sumergen en una atmósfera meditativa cercana a lo religioso. En el conjunto de sentido que conforma el espectador ante un cuadro de Rothko, hallamos la posibilidad de rozar lo sublime mediante el sentimiento profundo que nos proporciona la percepción inteligente de la obra de este creador del siglo XX.

                                                                                                             Rubén Muñoz Martínez


Fedro, Revista de Estética y Teoría de las Artes. Número 7, septiembre 2008. ISSN 1697 8072

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