Johannes Tauler



Vacío y plenitud
Si de tal modo el hombre preparase su morada, el fondo del alma, Dios lo llenaría sin duda alguna, lo colmaría. Romperíanse, sino, los cielos para llenar el vacío.
La naturaleza tiene horror al vacío, dicen. ¡Cuanto más sería contrario al Creador y su divina justicia a abandonar a un alma así dispuesta!. Elige pues una de dos. Callar tú y hablar Dios o hablar tú para que El calle. Debes hacer silencio.
Entonces ser otra vez pronunciada la palabra que tú podrás entender y nacer Dios en el alma. En cambio, ten por cierto que si tú insistes en hablar nunca oír s su voz. Lograr nuestro silencio, aguardando a la escucha del Verbo es el mejor servicio que le podemos prestar. Si sales de ti completamente, Dios de nuevo, se te dará en plenitud. Porque en la medida que tu sales, el entra. Ni más ni menos.


Silencio del alma A ese sosiego del espíritu se refiere el cántico de la Misa que comienza: "Cuando un sosegado silencio todo lo envolvía" (Sb 18,14). En pleno silencio, toda la creación callaba en la más alta paz de media noche. Entonces, oh Señor, la palabra omnipotente dejó su trono por acampar en nuestra tienda.
Ser entonces, en el cenit del silencio, cuando todas las cosas quedan sumergidas en la calma, sólo entonces se hará sentir la realidad de esta Palabra. Porque, si quieres que Dios hable, hace falta que tú calles. Para que El entre, todas las cosas deberán haber salido

                                                                                                                                                Johannes Tauler

Extraido de "La voz del silencio. Juan Tauler"
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